AGRIPINO MALATESTA
Agripino Malatesta era un alegre comerciante que desde pequeño había aprendido de su padre a vender y colocar herraduras a la orilla de una vía muy transitada por viajeros a caballo.
Malatesta nunca se preocupo por saber, pues era el más connotado herrero de la región y eso hacía próspero su negocio. Tampoco se preocupo cuando pasó el primer carro por la vía, de todas formas siguió con su negocio de herraduras.
Ocupado el día entero en atender caballos, no se dio cuanta de que el camino empedrado y polvoriento fue reemplazado por una cinta asfáltica donde los caballos perdían el rumbo hasta desaparecer, dejando el espacio a los carros que ahora pasaban veloces.
Malatesta ocupado en sus pensamientos de herrero magnifico, sin darse cuenta del cambio, pasaba días y horas herrando caballos imaginarios, mientras circulaban caravanas de carros.
El negocio se vino a pique, escasearon los alimentos. La pobreza agarró a mordiscos la casa y acabó con los harapos de Malatesta y él jamás supo explicarse la razón por la cual, durante días y horas, esperaba la llegada de los caballos y los jinetes que contaban historias, sin que esto ocurriera.
Hoy Malatesta, junto a la autopista con su mazo de colocar herraduras y portando corroídas puntillas, espera el caballo alado que lo transporte de nuevo al mundo donde vivió la prosperidad de su saber.
Agripino Malatesta era un alegre comerciante que desde pequeño había aprendido de su padre a vender y colocar herraduras a la orilla de una vía muy transitada por viajeros a caballo.
Malatesta nunca se preocupo por saber, pues era el más connotado herrero de la región y eso hacía próspero su negocio. Tampoco se preocupo cuando pasó el primer carro por la vía, de todas formas siguió con su negocio de herraduras.
Ocupado el día entero en atender caballos, no se dio cuanta de que el camino empedrado y polvoriento fue reemplazado por una cinta asfáltica donde los caballos perdían el rumbo hasta desaparecer, dejando el espacio a los carros que ahora pasaban veloces.
Malatesta ocupado en sus pensamientos de herrero magnifico, sin darse cuenta del cambio, pasaba días y horas herrando caballos imaginarios, mientras circulaban caravanas de carros.
El negocio se vino a pique, escasearon los alimentos. La pobreza agarró a mordiscos la casa y acabó con los harapos de Malatesta y él jamás supo explicarse la razón por la cual, durante días y horas, esperaba la llegada de los caballos y los jinetes que contaban historias, sin que esto ocurriera.
Hoy Malatesta, junto a la autopista con su mazo de colocar herraduras y portando corroídas puntillas, espera el caballo alado que lo transporte de nuevo al mundo donde vivió la prosperidad de su saber.
¿Que te sugiere Agripino Malatesta? ¿Como podemos interpretar su actitud dentro de nuestro contexto?